miércoles
Planta
Le dijo que con paciencia quitaría una a una sus espinas. Quizás tardaría, claro que sí, pero la amaba y lo haría con gusto. Ella se negaba a la idea de dejar de ser un cactus y cambiar su identidad. Eran esas mismas espinas las que lo habían prendido a ella. Pero sus filos dejaron heridas que él no pudo resistir para siempre y, un día, él se fue.
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